"Tuve el desagradable y doloroso deber de reconocer el cadáver de mi sobrino recién repatriado de Bagdad y juré, depositando un beso en su frente fría de cuerpo destrozado, que mientras tuviera un soplo de vida, lucharía para que se hiciera justicia. Tengo 73 años y espero que algún día pueda ver sentados en el banquillo a los culpables de su muerte o que el propio Estados Unidos, que no se somete a las convenciones de La Haya pero sí las invoca cuando tiene presos o víctimas, asumir la responsabilidad de este crimen de guerra”. Así se expresa el militar retirado y periodista Rafael Permuytío del camarógrafo y reportero de guerra gallego José Couso Permuy, murió hace veinte años en la capital de Irak por el disparo de un tanque estadounidense en el hotel Palestinaun objetivo supuestamente prohibido en el que se encontraron la mayoría de los periodistas internacionales que cubrían la guerra.
Era el 8 de abril de 2003, un día antes de la caída del régimen de Saddam Hussein, y el ferrolano José Couso, que cubría la guerra para Telecinco junto a su compañero Jon Sistiaga, rodaron planos altos de los puentes, el río, la ciudad y los tanques americanos que avanzaban tranquilos desde el balcón. Uno de esos tanques que estaba a 1.350 metros apuntó con su cañón al suelo del hotel donde trabajaba el camarógrafo y lanzó el proyectil que mató a José Couso y su socio ucraniano Taras Protsyuk. Luego llegó la versión del gobierno estadounidense explicando el ataque: había francotiradores en el hotel. Los días siguientes hubo un “apagón informativo” y no se emitieron imágenes del final de la guerra.
el dia del asesinato Alfonso Bauluz, actual presidente de Reporteros sin Fronteras, se encontraba en las afueras de Bagdad como enviado de la agencia Efe, acompañando a los marines estadounidenses en su avance hacia la capital iraquí, a la que tenían previsto entrar al caer la noche. El día anterior había recibido una llamada desde Madrid informándole que el canal Foxnews informaba de la muerte de un periodista español que acompañaba a las tropas estadounidenses. Supo al instante que era Julio Anguita Parrado. "El 8 de abril me llamó mi subdirector para decirme que estaban atacando el hotel de los periodistas en Bagdad. Cuando les dije a los marinos con los que estaba, se miraron sorprendidos", dice Bauluz, quien fue al Hotel Palestina. y regresó a España en el mismo helicóptero en el que fue repatriado el cuerpo de Couso.
"Debe haber un juicio a los responsables, que conocían perfectamente las coordenadas de la ubicación del hotel"
Alfonso Bauluz – Presidente de Reporteros Sin Fronteras.
“Fue un golpe para todos, sabemos que los periodistas son blanco de ataques tanto en sociedades democráticas como no democráticas. Pero nadie esperaba que sucediera algo así, ya había habido una derrota de la cúpula del régimen, el ejército iraquí no había ofrecido oposición y, supuestamente, tampoco la Guardia Republicana; sólo quedó la resistencia de la afición de Hussein”. Como presidente de Reporteros Sin Fronteras, Bauluz considera el caso Couso como "un ataque deliberado al hotel de los periodistas con resultado de dos muertos", por lo que "debe haber un juicio a los responsables, que conocían perfectamente las coordenadas del lugar de del hotel y de los dos canales árabes que bombardearon, y sabían perfectamente que no eran una amenaza”.
"Lo que le pasó a Couso es una triste desgracia que le podría haber pasado a cualquiera"
Miguel de la Fuente – reportero de guerra de TVE.
El camarógrafo de Ourense miguel de la fuente estaba “incrustado” en una unidad del ejército estadounidense en Irak, término traducido del inglés “embedded” para designar a los periodistas que acompañan a las tropas vestidos como ellos. “Era un campamento de mil helicópteros que habían establecido en quince días montando tramos de oleoductos desde Kuwait, de donde partí con ellos, avanzando hacia Bagdad detrás de los marines”, explica. El fatídico día 8 de abril de 2003, el reportero de TVE estaba lavando la ropa cuando vio acercarse en línea de marcha a tres marinos, los mismos que habían dado el pésame el día anterior por la muerte de Julio Anguita Parrado. “Me dieron la noticia y me dijeron que había sido mala suerte. Les pregunté cómo se llamaba el periodista muerto y cuando me dijeron que era José Couso se me vino abajo el mundo. Yo le conocía, nos conocimos en ruedas de prensa, éramos los dos únicos gallegos que trabajábamos en los informativos de Madrid”, relata. En ese momento, De la Fuente no tenía contacto con el hotel Palestina, donde se había alojado en ocasiones anteriores y había subido al balcón a disparar tomas de la ciudad como hacía su pareja fallecida en el momento del atentado. “Lo que le pasó a Couso es una triste desgracia que le podría haber pasado a cualquiera. En la guerra de Irak de 1991 nos habían alojado en el hotel Al Rashid y no entraba ni una bomba, aunque las vimos caer a 500 metros. Supongo que con esa confianza Couso se subió al balcón". De la Fuente sigue trabajando como reportero de guerra con ejércitos estadounidenses, británicos o árabes. El miércoles volverá a Ucrania, "el único lado desde donde nos dejan informar". sobre la guerra”. Ha visto como algunos compañeros morían y otros decidían dejar la profesión. "Siempre hay un antes y un después cuando muere un compañero. Cuanto menos te afecta lo que ves, mejor para que sigas informando". ."
“Significó la total desautorización de Estados Unidos para hablar de libertad de prensa”
Bauluz es más enfático al valorar lo ocurrido con José Couso. “Significó el desconocimiento total de Estados Unidos de hablar de libertad de prensa; no han despejado responsabilidades, con lo que no han respetado el derecho a la libertad de prensa”, dice. “Respecto a la fiabilidad de los periodistas de que pueden estar seguros, ha quedado claro que no es así”.
La lucha de los familiares y amigos de Couso por la justicia no ha cesado en estas dos décadas y cada mes de abril se manifiestan frente a la embajada de Estados Unidos. En esa batalla está Rafael Permuy, El tío de José Couso y portavoz de la familia durante los primeros cinco años tras la muerte de su sobrino. Como militar especialista en Comunicación Social, este comandante de artillería retirado conoce los entresijos de cómo operan los mandos militares. Valiéndose de sus conocimientos del reglamento militar y analizando las imágenes grabadas por su sobrino y diferentes medios junto con los testimonios de los testigos, ha realizado una reconstrucción e interpretación de los hechos que recoge en el artículo publicado en el Diario de Ferrol "José Couso: anatomía de un crimen de guerra”.
"Juré, depositando un beso en la frente fría de un cuerpo destrozado, que mientras me quedara un soplo de vida lucharía para que se hiciera justicia"
Rafael Permuy – Militar retirado y periodista, tío de José Couso
Para Permuy, el asesinato de su sobrino fue un claro mensaje del mando militar estadounidense de que no quería testigos molestos. en esos momentos previos a la masacre de civiles que se estaba produciendo. El Pentágono fabricó la versión de que en el hotel había francotiradores, extremo desmentido por más de trescientos testigos, y desarrolló la teoría de la legítima defensa que coincidía plenamente con el Gobierno de Aznar, considera Permuy.
Veinte años después, "queremos que los gobiernos de distintos colores no nos engañen más, y si en un programa electoral este llamado gobierno progresista promete que recuperará la ley de jurisdicción universal y no la ha cumplido a finales de la legislatura, es la enésima patada en la cara que recibe la familia”, dice.
El Tribunal Europeo de Derechos Humanos es la única esperanza que les queda, ya que el juez de la Audiencia Nacional Santiago Pedraz investigó e incluso comprobó in situ en Bagdad que había indicios de un crimen de guerra, antes de que el PP derogara la Ley de Jurisdicción Universal. “Cuando estuvo en la oposición, María Teresa Fernández de la Vega nos apoyó. Llegó a ser vicepresidente y me llamó a la oficina para decirme que no podía hacer nada, que era una cuestión de estado”, explica Permuy, quien rescata otra conversación de su largo recorrido por oficinas de diferentes gobiernos: “Le dije Mariano Rajoy, entonces vicepresidente, que si yo hubiera sido el jefe de la unidad y hubiera matado a un periodista estadounidense, mi cabeza estaría en bandeja de plata en el Despacho Oval de la Casa Blanca”.
Para Bauluz aún hay esperanza de ver el caso en los tribunales. “Cuando el Estado Islámico masacró a nuestros compañeros no vimos que sus autores responderían de sus fechorías, hoy hay dos presos en Estados Unidos”, dice.