Que en solo cinco años haya seis veces más adolescentes con miopía magna es una de las principales conclusiones del informe “El estado de la salud visual de los adolescentes en España” elaborado por la asociación de utilidad pública Visión y Vida, la Fundación MAPFRE y Correos Express.
El estudio se basa en los resultados obtenidos en las pruebas de cribado de la campaña “Ver la vida en 4K” con 4.420 tests válidos; en un informe poblacional de un test autorrespondido por 3.688 jóvenes; y un análisis de 763 miopes que acudieron a su óptica en 2022 y en 2017, lo que permite comprobar cuál es la progresión de su miopía en el periodo transcurrido.
Miopía magna, los riesgos
En los cinco años analizados, la miopía de los adolescentes ha aumentado, en promedio, casi dos dioptrías, de las 1,50 dioptrías de 2017 a las 3,4 actuales.
Esto activa las alarmas derivadas de la miopía magna: “No debemos olvidar los riesgos que una miopía magna conlleva, el 10 % de los miopes con más de 15 dioptrías, según indican los datos,
terminarán en ceguera y el 60 % de los desprendimientos de retina se producen entre
miopes magnos”, explica Elisenda Ibáñez, coordinadora del estudio.
Mientras que en 2017 solo había 1,4 % (ojo derecho) y 1,2 % (ojo izquierdo) de miopía magna, con más de seis dioptrías, en 2022 asciende a 8,5 % (ojo derecho) y 7,9 % (ojo izquierdo).
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Evolución general de la miopía entre 2017 y 2022
Si en 2017, siete de cada diez adolescentes tenían 2 dioptrías o menos, en 2022 se reduce a solo uno de cada cuatro.
En cambio, el número de jóvenes con miopías de entre 2,25 y 4,00 pasa del 22,5 % (ojo derecho) y 26,9 % (ojo izquierdo) al 41,5 % (ojo derecha) y 39,6 % (ojo izquierdo).
En el caso de aquellos que tenían entre 4,25 y 6 (5,1 % ojo derecho y 6,6 % ojo izquierdo) aumentan hasta el 24,5 % (ojo derecho) y 25,2 % (ojo izquierdo).
“Estamos observando -añade- un desplazamiento generalizado de los valores hacia las dioptrías más altas”, indica Elisenda Ibáñez.
Reconocen que ven mal
Este estudio explica que la mitad de los encuestados (tanto en los datos obtenidos del autotest como en las pruebas de cribado) cree que ve mal o que podría ver mejor y una gran cantidad de menores perciben mucha sintomatología de problema visual.
Así, entre el 37,1 % y el 45,3 % manifiesta ver doble la pizarra, entre el 25,1 % y el 20,3 0 % ve mejor si se tapa un ojo; entre el 34,8 % y 47,2 % entrecierra los ojos para ver mejor; o el 41,3 % y el 40,3 % tiene sequedad ocular cuando usa las pantallas.
Miopía y pantallas
Dado que la evolución de la miopía actual deriva del estilo de vida, el uso de las pantallas es uno de los factores a analizar, según el estudio.
Casi siete de cada diez adolescentes usan el móvil antes de acostarse.
Lluís Bielsa, vicepresidente de Visión y Vida, advierte: “Debemos tener en cuenta que hasta los siete años del menor no hay un tiempo recomendable para el uso de pantallas en lo que se refiere a salud visual: su sistema no está desarrollado para enfrentarse a ello y lo mejor es limitar su uso hasta pasada esa edad”.
El experto ofrece siete motivos para evitar el uso de pantallas antes de los siete años:
Mirar una pantalla requiere mucho esfuerzo de convergencia que es contraproducente para un sistema visual inmaduro.
La luz debe impactar en lo que vemos y no proyectarse desde ello. Esto genera incomodidad y tensión en la lectura.
La visión prolongada de pantallas hace que el cerebro asuma que su mundo visual es plano.
Muchos estímulos pequeños en un plano restringido sobreestimula el campo visual central y desequilibra la consciencia visual.
El uso de pantallas y la falta de tiempo de ocio al aire libre son factores que favorecen la aparición de la miopía.
La exigencia a la hora de visualizar la pantalla (muy cerca de su cara) es alta en lo relativo a la convergencia ocular (centrado) y acomodación (enfoque). Esto limita los movimientos oculares.
Mirar las pantallas reduce la frecuencia de parpadeo y esto provoca la falta de hidratación ocular, algo que provoca irritación visual y molestias.