Un naufragio político, editorial sobre la política migratoria de la Unión Europea

Un naufragio político, editorial sobre la política migratoria de la Unión Europea

Los al menos 79 migrantes fallecidos en el reciente naufragio de un pesquero en el mar Jónico, a los que hay que sumar cientos de desaparecidos -entre ellos, un gran número de niños y madres hacinados en la bodega del buque-, se suman a la decenas de miles de víctimas que hacen del Mediterráneo la frontera más peligrosa del mundo. El trágico hundimiento del barco que zarpaba del puerto de Tobruk, en Libia, ha vuelto a conmover a la opinión pública. También ha dado lugar a pedidos de una investigación que debe ser independiente y exhaustiva hasta que se esclarezcan las responsabilidades. La detención de nueve ciudadanos egipcios que podrían estar involucrados en esta acción criminal es una buena noticia. Sin embargo, esta acción contra mafias que el tráfico de seres humanos no es suficiente si el causas más profundas que alimentan el negocio de la inmigración ilegal. Como ha dicho el Secretario General de las Naciones Unidas, Antonio Guterres, lo que pasó no es un problema griego. Es un problema europeo, que tiene implicaciones políticas. En efecto, este drama ha vuelto a demostrar que la Unión Europea ha sido incapaz, hasta el día de hoy, de pactar una política migratoria común que regule los flujos migratorios, deje a las mafias sin su principal sustento y permita actuar ante dramas como este.

Este no es un tema sencillo que se pueda resolver levantando vallas o prometiendo puertas abiertas a cualquiera que quiera venir a Europa. Pero mucho menos negar la necesidad de que el reemplazo demográfico llegue en gran parte de otros continentes, por temor a discurso reactivo de la extrema derecha. O dejar que quien regula el acceso al territorio de la Unión sea la trampa mortal en que se ha convertido el Mediterráneo.

La migración es un tema complejo y, como señala la Comisión Europea en el preámbulo del Pacto sobre Migración y Asilo que se prevé aprobar el próximo año, “hay que tener en cuenta la seguridad de las personas que buscan protección internacional o una vida mejor, así como las preocupaciones de los países que temen que las presiones migratorias superen sus capacidades.La compatibilidad entre ambas preocupaciones debe ser la base de cualquier política migratoria sustentable, pero fracasará si se subordina a la soberanía de los estados.Esta dicotomía entre principios humanitarios asumidos por la UE y políticas de seguridad en manos de algunos gobiernos que han políticas de inmigración cada vez más defensivas y demagógicas limita la capacidad de rescate.

El mencionado pacto tendrá como objetivo "brindar seguridad, claridad y condiciones dignas a las mujeres, niños y hombres que llegan a la UE". Sin embargo, la pregunta es cómo se realiza este propósito mientras La responsabilidad de nuestras fronteras se externaliza a países donde los migrantes en tránsito se ven obligados a embarcarse en un barco pesquero, aunque no presente garantías, en lugar de quedarse en él. Los flujos migratorios deben gestionarse de manera racional, eficiente y humana, de acuerdo con nuestras necesidades y de acuerdo con las normas del derecho internacional. Y una de estas reglas, en lo que se refiere al mar, es la obligación de asistir a las personas en peligro. No sólo si lo piden -pretexto que se ha utilizado para no atender a este pesquero-, sino cuando es evidente, como se desprende de las fotografías publicadas, que el drama estaba a punto de producirse.

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