De izquierda a derecha, Ezequiel Sánchez, Juan Tomás Hernani y Jaume Sanpera, tras la entrevista realizada durante la Semana del Espacio de Sevilla, celebrada entre el 7 y el 9 de noviembre.PACO PUENTES
Más allá del compromiso de culminar el Ariane 6, el lanzador europeo que acumula cuatro años de retraso y 350 millones de sobrecostes, y el Vega C, sucesor del cohete que estalló ocho minutos después de despegar en 2020, la pasada cumbre de Sevilla entre la Agencia Espacial Europea (ESA por sus siglas en inglés) y los representantes de la UE concluyó con un giro fundamental: el cambio de rumbo en las estrategias de exploración y explotación del espacio. La ESA sigue la estela de su homóloga estadounidense (NASA) y se convertirá en un cliente básico de la industria, sobre la que recaerá el mayor peso del futuro desarrollo más allá de la atmósfera. El primer desafío de esta nueva estrategia será construir una nave para crear el primer Amazon del espacio, un servicio con capacidad de llevar y traer cargas. Tres empresarios del New Space, como se conoce al sector emergente en este ámbito, responden en una entrevista conjunta al nuevo desafío y aplauden la decisión de acabar con una política que califican de “entidades dopadas”.
“El ecosistema espacial europeo tiene que ser más dinámico, más rentable y aportar soluciones más innovadoras”, admite la alemana Anna Christmann, coordinadora de la política espacial de su país y presidenta de la cumbre de Sevilla. Este cambio de política pasa por convertir a la ESA en un “cliente ancla”, un contratista de servicios estable con suficiente capacidad financiera, pero no en una entidad responsable del desarrollo de todo el proceso de exploración y explotación. Y sobre este aspecto hay acuerdo, según manifiesta el austriaco Josef Aschbacher, director general de la ESA: “Hemos negociado muy duro con los 22 Estados miembros y llegamos a este consenso”. A partir de ahora, la contratación no será en función de las aportaciones de cada Estado a la ESA, sino por competencia entre las empresas.
España parte en buena posición para esta nueva carrera. Ezequiel Sánchez, presidente ejecutivo de PLD Space, la primera empresa privada europea en lanzar un cohete desde territorio continental (Miura 1); Jaume Sanpera, director de Sateliot, primera entidad en ofrecer conectividad por satélite para el internet de las cosas (pequeños dispositivos); y Juan Tomás Hernani, fundador y consejero Delegado de Satlantis, líder global de tecnologías miniaturizadas de observación de la Tierra, analizan en una entrevista conjunta el nuevo escenario. Todos han duplicado o triplicado facturación y empleo en los últimos ejercicios.
Pregunta. ¿Es acertado el cambio de rumbo de la ESA?
E. S. La política de devolver la aportación de los Estados en forma de contratos que desarrollan contratistas específicos ha tenido un recorrido: se han generado elementos tecnológicos que se han tratado de transferir a la industria. Pero eso puede ser un atajo que, muchas veces, dificulta la competencia. Dentro del sector privado, hemos conseguido realizar con un mismo nivel de calidad, pero con unos costes y unos tiempos muy distintos, elementos con capacidad de poder competir. Que no exista una industria que pueda estar dopada, que esté condicionada desde el sector público, subvencionando unos determinados servicios que no sean competitivos, favorece la competitividad. Es un cambio significativo. Tenemos que centrarnos en tener una industria competitiva y eso requiere colaboración. Lo privado puede tirar y lo público puede complementar. Pero debemos tener unas reglas de competencia que nos permitan desarrollar elementos orientados al cliente, no desde la oferta, sino desde la demanda.
J. S. Es el principal cambio. Hasta ahora la ESA decidía qué se tenía que investigar y, por lo tanto, puede haber un desfase entre lo que el mercado necesita y lo que la ESA piensa que el mercado va a necesitar. Ahora, con un sector privado cada vez más potente, es factible dejar que este tire aprovechando la demanda. Es muy difícil que las compañías dopadas sean competitivas.
J. T. H. Tenemos que hilar muy fino y saber cuál es nuestra senda. Se trata de ser competitivo a nivel internacional, no de ser un gran integrador. No se trata de tener un satélite fabricado cien por cien en España, ojalá; se trata de que, si ese es el objetivo, es porque se vende en Bulgaria, Colombia o Emiratos Árabes. Cualquier estrategia tiene que ir enfocada a la competitividad internacional, a que a que seamos los primeros, los mejor posicionados para vender en determinados mercados y aguantar. Está China o India, o sea, que la situación es muy complicada como para que hagamos tonterías. Tenemos que migrar de un modelo de cuota, que hace que el sector sea muy cerrado, un zoo, a un mercado muchísimo más abierto. La inversión española pública en tecnología espacial es clave y hay que regar el jardín, pero el objetivo no es el tronco, sino las ramas, que tienen que ser 20 veces mayores que el tronco. La Agencia Espacial Española tiene que servirnos como oportunidad para ese cambio institucional que permita la migración, que vayamos dando paso a tecnologías competitivas a nivel internacional.
Dentro del sector privado, hemos conseguido realizar con un mismo nivel de calidad, pero con unos costes y unos tiempos muy distintos, elementos con capacidad de poder competir
Ezequiel Sánchez, presidente ejecutivo de PLD Space
P. ¿Esa mercantilización puede poner en riesgo la investigación científica?
E. S. Hay muchas líneas científicas que van a existir y continuar con la explotación comercial. Es cuestión de buscar el socio adecuado. En Estados Unidos ocurre. Cuando la NASA encarga a Space X un lanzador más grande, la empresa lo necesita para desplegar su constelación de satélites, pero hay una colaboración para desarrollar el vehículo que irá a la Luna o a Marte o para uso científico. Se desarrollan elementos de uso científico, pero está teniendo una explotación comercial detrás.
J. S. Seguirá habiendo proyectos puramente científicos. No se trata solo de comprar servicios. Los contratos públicos y privados permitirán que se desarrollen de forma competitiva.
E. S. Debe tener un programa nacional de impacto transversal en toda la industria y en muchos ministerios. Eso puede tener un gran valor para ir a una soberanía nacional en el espacio que hay que mantener. España ya es competitiva, pero lo ha sido con cuotas en programas y en contratos específicos. Ahora vendrán empresas que son competitivas en un sistema completo que da servicio con una parte privada y otra parte pública.
P. ¿Es posible una soberanía espacial española?
J. T. H. Imposible. En todos los ámbitos es imposible. La respuesta es clara: hay que determinar los ámbitos que nos gustarían y lo que hay. Hoy estamos en una serie de empresas que no existíamos hace 10 años y con más de 1.000 ingenieros que no existían. Esa es una realidad con la que deberíamos construir los siguientes los siguientes pisos.
P. ¿Qué pisos?¿Qué debe ser prioritario?
J. T. H. Lo que se ha dicho en la cumbre. Hay que comprar. Yo veo al Miteco [Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico] pensando en cómo detecta las emisiones de gases industriales o aguas y suelos contaminados por sus propios medios. Puede ser un gran impulsor del sector del espacio. Pensemos en transporte, en tráfico de contenedores. El sector público tiene que jugar un papel tractor, tirar de lo que el espacio le puede dar. Y tenemos que valorar 1.000 veces más al cliente, al usuario. Nosotros tenemos dos empresas gasistas que se han unido al espacio porque les preocupan las emisiones de metano. Eso va a hacer crecer el sector
J. S. Existe un mercado enorme que solo puede ser cubierto desde el espacio. La conectividad se ha impulsado solo en las ciudades. Pero eso es solo el 20% de la superficie terrestre. Nosotros tenemos vendidas cinco millones de conexiones fuera de esa zona de cobertura. Eso te está diciendo que hay una necesidad no cubierta en agricultura, en medio ambiente, en bosques, en ganadería, en control de infraestructuras, como vías de tren o líneas de alta tensión o costas o fronteras.
E. S. La infraestructura crítica se ha desplazado al espacio y el Estado debe posicionarse como comprador porque su infraestructura crítica va a tener impacto en la vida de los seres humanos.
Existe un mercado enorme que solo puede ser cubierto desde el espacio.
Jaume Sanpera, director de Sateliot
P. ¿Y se puede competir con gigantes como Amazon o Space X?
J. S. No hay manera de competir ahí. Lo que estamos haciendo es 5G para internet de las cosas con equipos asequibles que permitirá la conectividad masiva de cualquier torre de alta tensión o cualquier vaca. Tenemos contratos de centenares de contenedores refrigerados para actuar ante cualquier eventualidad sin perder el contenido. Las bicicletas de montaña tendrán sensores este tipo.
J. T. H. Es esencial decir que no vamos a competir contra los grandes monstruos. Aquí la fiesta la paga el sector que está haciendo que todo esto cambie: las compañías digitales. Nosotros buscamos nichos o los hacemos. Está el mundo de las telecomunicaciones, el mercado de la observación y el del posicionamiento.
Es esencial decir que no vamos a competir contra los grandes monstruos. Aquí la fiesta la paga el sector que está haciendo que todo esto cambie: las compañías digitales. Nosotros buscamos nichos o los hacemos
Juan Tomás Hernani, fundador y consejero Delegado de Satlantis
P. ¿Hay músculo financiero suficiente?
J. S. Es diferente en Estados Unidos, pero también es verdad que en Europa y, en concreto, en España somos capaces de desarrollar cosas con un capital muchísimo más pequeño. Pero las compañías necesitan un periodo de maduración mayor para dar resultados y esta es una dificultad.
E. S. Nosotros hemos tardado 11 años y enfrentado barreras altísimas. Es sencillo hacer tecnología, pero para defenderla y ser competitivo en el largo plazo tienes que superar muchas dificultades. Hay que encontrar ese capital paciente que pueda financiar cada una de las etapas.
P. ¿Y no es más rápido y barato comprar en China?
J. T. H. El contenido tecnológico propio que aportas frente a la competencia es lo que te va a permitir seguir.
P. ¿Y hay talento?
E. S. Estamos importando talento porque tenemos compañías muy atractivas para trabajar. Duplicamos los empleos cada año. Hay guerra por el talento, pero hay compañías que son atractivas.