El expresidente de Estados Unidos, Ronald Reagan (1981-1989), defendió durante su mandato la importancia de la inmigración para el país, describiendo a la nación como una "tierra prometida" para quienes buscaban cumplir el "sueño americano". En su último discurso como presidente, acompañado de su esposa Nancy, Reagan advirtió que cerrar las puertas a los nuevos ciudadanos pondría en riesgo el liderazgo global de Estados Unidos.
Reagan recordó una carta en la que un ciudadano le explicaba cómo, a diferencia de otros países, Estados Unidos ofrecía la posibilidad de obtener la ciudadanía a quienes llegaban a sus costas. Para él, este espíritu acogedor era fundamental para mantener la vitalidad y el progreso del país.
El exmandatario destacó que la Estatua de la Libertad simbolizaba no solo la libertad, sino también el legado de generaciones de inmigrantes que habían contribuido al éxito de la nación. Según Reagan, cada nueva ola de inmigrantes aseguraba que Estados Unidos siguiera siendo una nación joven, innovadora y líder en el mundo.
"Gracias a cada ola de nuevos llegados a esta tierra de oportunidades, somos una nación eternamente joven, siempre llena de energía y nuevas ideas", afirmó Reagan. Su mensaje subrayó la importancia de mantener viva esa tradición para garantizar un futuro próspero.
En resumen, Ronald Reagan dejó claro que la inmigración no solo era parte del pasado glorioso de Estados Unidos, sino también la clave para su continuo liderazgo en el futuro.
