"Nosotros sí tenemos un proyecto de país, si tenemos un plan resultado de los años de experiencia", dijo Nicolás Maduro este lunes en Caracas. Acompañado de sus seguidores, acudió al Consejo Nacional Electoral (CNE) para inscribir su candidatura en las elecciones presidenciales del próximo 28 de julio. Maduro, en el poder desde 2013, tuvo la suerte que le ha faltado a la académica Corina Yoris. Ella había sido nombrada el pasado viernes como abanderada de la Plataforma de Unidad Democrática (PUD) en reemplazo de María Corina Machado, debido a su imposibilidad de presentarse en la contienda por un pronunciamiento del Supremo Tribunal de Justicia (STJ). Pero Yoris, de 80 años, no pudo anotarse en la página del CNE por "razones técnicas" que la oposición consideró un ardid político. "El problema no es conmigo, es porque soy la delegada de María Corina. Van a vetar todo lo que tenga que ver con María Corina", dijo Yoris.
La principal autoridad del CNE, Elvis Amoroso, ratificó que a última hora del 25 de marzo cerraba el proceso de postulaciones electorales. La PUD denunció ante "todos los venezolanos y al mundo" el impedimento. "Nunca se nos ha permitido tener acceso" para registrar ante el organismo la candidatura de Yoris. "Hemos agotado todos los medios a nuestro alcance para que esto se pueda resolver".
Según la propia Yoris, si se llegara a "romper la unidad" que se construyó alrededor de su candidatura de emergencia, eso "tendrá muy graves consecuencias al país" porque no solo "están cercenando" su derecho a participar de las elecciones "sino el de millones de venezolanos que le dieron el triunfo a María Corina" en las primarias de octubre.
Machado advirtió por su parte que, bajo estas circunstancias, los comicios no cumplen con los acuerdos de Barbados entre el Gobierno y la oposición que buscaban darle certeza y transparencia al proceso electoral. "Si el candidato (opositor) lo escoge Maduro, no son elecciones", señaló. Recordó que ella había sido elegida en una primaria de la que participaron dos millones de personas y que también fue impugnada por el madurismo.
El exrector del CNE, Enrique Márquez, se inscribió este lunes como candidato, pero por fuera de la PUD, que se encontraba en una encrucijada. "Queremos representar al pueblo venezolano que sufre, al pueblo indignado por la corrupción, diezmada por la migración, al pueblo que sueña con un mejor país", dijo. Un sector del Partido Comunista, que ha roto con Maduro, tampoco pudo anotar a su candidato, el exdiputado chavista Manuel Isidro Molina.
Argentina, Costa Rica, Ecuador, Guatemala, Paraguay, Perú y Uruguay habían expresado sus dudas sobre la transparencia de los comicios. Antes lo había hecho el Departamento de Estado norteamericano.
Ofensiva madurista
El madurismo expresó por su parte la confianza en la victoria electoral. "Se acerca la batalla final, venceremos", dijo Diosdado Cabello, el número dos del Gobierno. Si la oposición se queda fuera de carrera por los motivos que ha denunciado la PUD, el presidente, quien ocupa hace una década el Palacio de Miraflores, competirá otra vez prácticamente contra sí mismo. Así sucedió en 2018. Sin embargo, en aquella oportunidad, la oposición se abstuvo de participar de los comicios. Esta vez, y para no repetir lo que en perspectiva se ha considerado un error político, ha buscado encontrar una fórmula de consenso para derrotar en las urnas a Maduro. Esa hoja de ruta se encontró con limitaciones inesperadas.
En este contexto de incertidumbre, Maduro tuvo un notable ejercicio de modesta. Se mostró sorprendido y agradecido por representar otra vez al Partido Socialista Unido (PSUV), en el poder. "Se trata de una recompensa que jamás esperé, pero me llena de energías para continuar trabajando por el pueblo".
Según el exconductor de Buses que se llama a sí mismo "presidente obrero" dijo que los comicios de julio ponen en juego algo más que un no "Lo que vamos a elegir es el derecho al futuro, el derecho a existir, el derecho a la vida, a la independencia, a tener Patria". La oposición, en cambio, representa según Maduro "la desesperanza, el pasado fallido, la nada. Son piezas en el juego del imperio estadounidense para apoderarse de Venezuela". El presidente enfrentará el 28 de julio una serie de rivales testimoniales y sin incidencia.