Los Veintisiete, además de pactar el reparto de cargos clave de la Unión Europea (UE), en la cumbre de Bruselas concluida en la madrugada de este 28 de junio aprobaron la Agenda Estratégica 2024-2029 para reforzar la defensa europea, subsanar las debilidades tecnológicas e industriales, completar la transición energética y climática y mantener la cohesión social. Pero el documento no concreta cómo se financiarán esos ambiciosos objetivos más allá de las habituales frases de “movilizar la inversión privada y pública” y de esperar resultados milagrosos si se completa la atrasada unión de mercados de capitales. Las referencias a “invertir mucho más” chocan además con las nuevas normas presupuestarias que se han autoimpuesto la UE y sus 27 estados miembros para recortar el déficit y la deuda pública.
La Comisión Europea abrió el pasado 19 de junio un expediente sancionador por déficit público excesivo a Francia, Bélgica, Polonia, Hungría, Eslovaquia y Malta. El Fondo Monetario Internacional (FMI) en su informe sobre la zona euro del 20 de junio también señaló que las nuevas reglas fiscales de la UE exigirán “ajustes presupuestarios significativos” en un entorno de débil crecimiento e “insuficiente inversión pública y privada”. El FMI destacó que la UE corre el riesgo de quedar aún más rezagada respecto a Estados Unidos y China.
El refuerzo militar y de la industria de defensa figura como un elemento muy destacada do de Agenda Estratégica 2024-2029 de la UE, debido a la prolongación de la guerra en Ucrania y a la imprevisibilidad de Estados Unidos tras la posible victoria de Donald Trump en las presidenciales de noviembre, ya que se distingue por su hostilidad hacia la UE.
Durante la cumbre, la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, afirmó que la UE necesita invertir 500.000 millones de euros en defensa durante los próximos diez años y que en función del nivel del gasto militar previsto de los Veintisiete faltarán por cubrir 400.000 millones de euros. El acuerdo de seguridad con Ucrania suscrito por la UE durante la cumbre, con los compromisos europeos de apoyo militar, financiero y de reconstrucción a largo plazo, aumentarán aún más el gasto. Polonia y los países bálticos pidieron además en la cumbre que la UE financie la construcción de un escudo antiaéreo que blinde la frontera oriental europea.
La sugerencia de emisión de deuda común europea para financiar la defensa colectiva de la UE fue rechazada con firmeza por el canciller alemán, Olaf Scholz, con el apoyo de Austria y Holanda. Los Veintisiete finalmente acordaron en la cumbre que la Comisión Europea y el responsable de la política exterior presenten “opciones de financiación pública y privada” para reforzar la base industrial y tecnológica de la defensa y resolver las actuales “carencias en materia de capacidades esenciales”. El Consejo Europeo debatirá más adelante esas propuestas.
Los Veintisiete también subrayaron en la Agenda Estratégica su compromiso de completar la transición energética y climática de forma “justa y equitativa” y subsanar los retrasos industriales y tecnológicos de la UE respecto a las otras grandes potencias económicas. Pero aquí, una vez más, el problema de su financiación se sortea con la mención de que requerirá una elevada inversión colectiva que “movilice financiación tanto pública como privada” y el apoyo del Banco Europeo de Inversiones. En materia de transición energética el déficit de inversión anual de la UE es de 407.000 millones anuales, según el último informe del Institute for Climate Economics. La Comisión Europea también estima que la UE necesita invertir 125.000 millones anuales adicionales para recuperar su retraso tecnológico y digital.
Los líderes, asimismo, incluyeron un apoyo a los agricultores y las comunidades rurales, tras las revueltas agrarias generalizadas de este año y el malestar persistente en el campo. Pero la ley europea de restauración de la naturaleza, que acaba de aprobar el Consejo de Ministros de la UE el 17 de junio, carece de un sistema claro para financiar el coste de las medidas.
Tras el elevado malestar social que han reflejado las recientes elecciones europeas, sorprende el escaso espacio dedicado a las cuestiones sociales en la Agenda Estratégica adoptada en la cumbre y su vaguedad. La bomba de relojería que representa el explosivo problema social del acceso a la vivienda en la mayoría de los países de la UE ni siquiera se menciona.
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