Madrid, 13 nov (EFE).- El tiempo que pasan niños y adolescentes interactuando con pantallas se asocia tanto con beneficios como con riesgos para el aprendizaje y la salud, pero estos efectos son pequeños y su influencia varía según el dispositivo, el contenido y el contexto, según un estudio.
La exposición a las pantallas y sus efectos es un tema lleno de matices y el investigador en Ciencias de la Salud de la Universidad de Cádiz (sur de España) Borja del Pozo, uno de los firmantes del artículo, dice a Efe que, en el momento actual del conocimiento, La alarma actual “no está del todo justificada”.
Un equipo internacional liderado por científicos australianos llevó a cabo un estudio sobre los resultados de 102 metanálisis anteriores (un método para sintetizar los resultados de diferentes estudios) que incluyeron a casi dos millones de participantes y que publicó Nature Human Behavior.
No se puede dar “una respuesta definitiva” sobre los beneficios y riesgos de la exposición a las pantallas (desde la televisión hasta el móvil o los videojuegos) porque, dice, es un tema “complejo” que depende de muchos factores, como el contenido o , en el caso de los más pequeños, si los padres o cuidadores están presentes e interactúan con ellos.
Esta dualidad se ve en los videojuegos. Cuando son educativos se relacionan con una mejora en el aprendizaje, pero al mismo tiempo tienen un efecto negativo, “aunque mínimo”, en la salud corporal por el mayor sedentarismo.
De manera similar, el aprendizaje “se reduce ligeramente en los niños con un mayor uso de la televisión, pero aumenta ligeramente cuando el niño mira televisión con sus padres”, señala el estudio.
En cualquier caso, los efectos identificados en el estudio, tanto buenos como malos, son pequeños o moderados, afirma Del Pozo.
El investigador español destaca entre los negativos el uso de pantallas vinculadas a las redes sociales, que se relacionan con un mayor riesgo de depresión o problemas de salud mental, sin indicios de posibles beneficios.
“Existe evidencia moderada de esta combinación de contenido y tiempo de exposición al mismo”, comenta Del Pozo, quien añade que no pudieron establecer un tiempo de uso para estos efectos, debido a los datos disponibles, pero a mayor uso, mayor el riesgo.
Otra relación negativa es la exposición a anuncios de comida chatarra, ya que han podido comprobar que “tiene una asociación directa” con peor salud física y mental y hábitos de vida poco saludables.
En el otro extremo, una categoría de exposición que "parecía estar constantemente asociada con beneficios" eran las intervenciones basadas en pantallas diseñadas para promover el aprendizaje o conductas de salud, escriben los investigadores.
El debate sobre la necesidad o no de limitar la exposición a las pantallas, especialmente el uso del móvil entre niños y adolescentes, está presente en la sociedad, pero el investigador no comparte la “demonización” y considera que “primero está "Tenemos entenderlos y luego hacer buen uso de ellos."
La clave, para Del Pozo, está en "lo que ves, con quién ves y en el uso racional y educado" de ellos y "equilibrar riesgos y beneficios".
Restringirlas a, por ejemplo, dos horas diarias “es un poco difuso y genérico”, ya que dependerá de lo que veas y con quién. En cualquier caso, todavía no hay datos para conocer la “dosis óptima de pantallas, aunque fueran contenidos exclusivamente educativos”.
La investigación se hace con una nueva interpretación de datos ya contenidos en otros análisis y el autor muestra algunas limitaciones, como que no se puede establecer una relación causa-efecto concreta o que datos como el tiempo de exposición o los contenidos fueron proporcionados por los participantes.
El equipo ahora se embarca en su propio proyecto, utilizando cámaras utilizadas por niños y la ayuda de inteligencia artificial, que permitirá una recopilación de datos más precisa y objetiva con el tiempo. EFE