La Administración de Donald Trump ha intensificado su campaña contra los programas de diversidad e inclusión, exigiendo a empresas de varios países, incluidos los europeos, que acaten sus políticas. Esta decisión ha desatado una ola de indignación en países como Francia, Bélgica, Alemania y Reino Unido, donde gobiernos y empresas se resisten a ceder ante las presiones estadounidenses.
En marzo, se reveló que la embajada de Estados Unidos en Francia había enviado una carta a empresas locales, instándolas a detener cualquier iniciativa relacionada con la igualdad. El Gobierno de Trump les exigió certificar que no ejecutaban programas de diversidad, amenazando con romper contratos en caso contrario. Esta misma comunicación se extendió a empresas en España, Bélgica, Alemania y Reino Unido, generando un rechazo generalizado.
En Bélgica, empresas como la farmacéutica GSK y la consultora Accenture han pausado algunos de sus proyectos de inclusión mientras evalúan el impacto de las nuevas directrices estadounidenses. El Gobierno belga, consciente de la situación, ha asegurado que protegerá a las empresas en su territorio. El ministro de Finanzas, Jan Jambon, declaró que en Europa existe una cultura de no discriminación que debe mantenerse y criticó la intromisión estadounidense: "No es el jefe de Estados Unidos quien debe darnos lecciones".
La Comisión Europea también ha reaccionado, recordando que en la Unión existen leyes específicas contra la discriminación. Sin embargo, aún no ha detallado cómo contrarrestará las políticas de Trump. Mientras tanto, países como Francia han denunciado la "injerencia" estadounidense en sus asuntos internos, defendiendo su legislación laboral y de inclusión.
En Alemania, empresas como McDonald’s han declarado que mantendrán sus políticas de diversidad, independientemente de las nuevas exigencias estadounidenses. En Reino Unido, aunque algunas compañías han ajustado sus programas, la mayoría de los líderes empresariales han asegurado que no darán marcha atrás en sus iniciativas de inclusión.
La presión de la Administración Trump ha desencadenado un debate sobre la extraterritorialidad de las leyes estadounidenses y su impacto en las políticas laborales europeas. Mientras algunos gobiernos buscan proteger a sus empresas, otros como Francia han pedido explicaciones a la embajada estadounidense, denunciando que se trata de un ataque a los valores europeos.
En definitiva, la cruzada de Trump contra la diversidad ha generado tensiones internacionales, poniendo en evidencia las diferencias entre las políticas laborales de Estados Unidos y Europa. La batalla por la inclusión en el ámbito laboral parece lejos de terminar, con empresas y gobiernos europeos dispuestos a defender sus principios.