Hizbulá sigue reinando en el Líbano pese a la guerra y la crisis: ¿Resignación o lealtad?

Hizbulá sigue reinando en el Líbano pese a la guerra y la crisis: ¿Resignación o lealtad?

El Líbano ha celebrado sus primeras elecciones locales en casi una década, pero los resultados no han traído grandes cambios. A pesar de la devastación causada por la guerra y la crisis económica, el partido chií Hizbulá y su aliado Amal han mantenido su influencia en gran parte del país. La participación fue baja, especialmente en el sur, donde solo votó el 37% de la población, en comparación con el 48% en 2016. Muchos atribuyen esta disminución a la emigración masiva y al descontento generalizado.

Las elecciones, que se llevaron a cabo en varias fases durante mayo, cubrieron regiones clave como Monte Líbano, Beirut, el valle de la Becá y el sur del país, este último gravemente afectado por los bombardeos israelíes. A pesar de los desafíos, Hizbulá y Amal ganaron sin oposición en 102 de los 272 municipios del sur, según informes locales.

Nicholas Blandford, experto en Hizbulá del Atlantic Council, señaló que no hubo sorpresas en los resultados. “La comunidad chií ha apoyado a Hizbulá porque siente que todos se están uniendo en su contra”, explicó. Este sentimiento de aislamiento ha fortalecido el respaldo a la milicia, incluso en medio de la pobreza y la falta de reconstrucción tras la guerra.

A pesar de la lealtad de su base, Hizbulá enfrenta presiones internas y externas. La clase política libanesa y actores internacionales como Estados Unidos han hablado abiertamente de desarmar a la milicia y reducir su influencia. Sin embargo, la comunidad chií, históricamente marginada, sigue viendo a Hizbulá como su protector. “Hay temor a convertirse en una comunidad de segunda clase”, añadió Blandford.

El próximo gran desafío para Hizbulá serán las elecciones parlamentarias de 2026. Aunque el partido ha dominado la política libanesa durante años, su influencia ha disminuido con la llegada de un nuevo gobierno respaldado por Washington. El presidente Joseph Aoun y el primer ministro Nawaf Salam han insistido en que las armas deben estar solo bajo control del Estado, un discurso que antes era impensable.

En resumen, aunque Hizbulá sigue siendo una fuerza poderosa en el Líbano, su futuro dependerá de su capacidad para mantener el apoyo de su base en medio de la creciente frustración y las presiones políticas.

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