Los países europeos se preparan para afrontar los aranceles del 10% impuestos por Estados Unidos a las importaciones de la Unión Europea, una medida que ha generado preocupación en la economía del Viejo Continente. Tras el anuncio del presidente estadounidense, Donald Trump, las naciones europeas están trabajando en estrategias para proteger a sus industrias y evitar un impacto económico severo.
España ya ha anunciado un plan de 14.100 millones de euros para salvaguardar empresas y puestos de trabajo. Sin embargo, Alemania, la mayor economía europea, aún no ha presentado un escudo antiaranceles claro. Los expertos advierten que la falta de previsibilidad de Trump dificulta una respuesta rápida. Los institutos económicos alemanes han revisado a la baja sus previsiones de crecimiento para 2025, señalando que el país podría sufrir una recesión prolongada.
En Francia, el presidente Emmanuel Macron ha adoptado una postura cautelosa, insistiendo en que la respuesta debe ser coordinada a nivel europeo. Macron ha instado a las empresas francesas a suspender inversiones en Estados Unidos como medida de presión. Francia, uno de los mayores exportadores a EE.UU., podría ver afectados sectores clave como la aviación, el vino y la cosmética, lo que pondría en riesgo miles de empleos.
Italia, por su parte, está considerando desbloquear 25.000 millones de euros en ayudas a las empresas para mitigar el impacto de los aranceles. La primera ministra, Giorgia Meloni, ha mantenido reuniones con sectores afectados, aunque su Gobierno ha sido criticado por la oposición por no actuar con suficiente rapidez.
Reino Unido, mientras tanto, ha evitado medidas drásticas, aunque el primer ministro, Keir Starmer, ha aplazado la transición a vehículos eléctricos hasta 2035 para apoyar a la industria automovilística. Además, el Parlamento británico ha aprobado una ley para tomar el control de la siderúrgica British Steel, asegurando la producción de la única fábrica de acero virgen del país.
En conjunto, Europa enfrenta un momento crítico. La incertidumbre generada por los aranceles estadounidenses y la falta de respuestas unificadas podrían tener un impacto significativo en la economía continental. Los líderes europeos insisten en la necesidad de actuar juntos para proteger sus intereses y evitar una crisis económica más profunda.