La muerte de Henry Kissinger a los 100 años otorga el estatus casi de testamento político a su último trabajo, 'Liderazgo' (Debate), publicado en español este mismo 2023. dos meses antes de cumplir un siglo de vida. Quienes profundicen en las más de 600 páginas que escribió el célebre estratega político comprobarán que todavía estaba en plena forma. Ni siquiera a punto de cumplir 100 años se abstuvo de generar polémica, y lo hizo desde el momento en que eligió los seis perfiles que componen el libro. Santo y santo de los 'neoconservadores', Kissinger selecciona entre los principales líderes de la Guerra Fría a dos de los que más anticuerpos provocan en la izquierda: el presidente estadounidense Richard Nixon y la primera ministra británica Margaret Thatcher.
Si el lector puede dejar de lado las consideraciones sobre la carrera política de Kissinger -hay diatribas muy duras como la de Christopher Hitchens, que escribió un libro entero explicando ¿Por qué debería ser juzgado por crímenes contra la humanidad? por sus acciones inmorales y su responsabilidad en múltiples masacres en todo el mundo – encontrará en 'Liderazgo' un análisis parcial pero también profundo, exhaustivo e informado de seis personalidades irrepetibles. Con la excusa, el controvertido exsecretario de Estado estadounidense vuelve a exponer su visión del mundo, su sincera defensa de las virtudes del capitalismo y su preocupación por el fin de la era de la meritocracia que apoyó a sus seis cargos electos.
Adenauer, el refundador de Alemania
Kissinger aborda cada perfil desde una doble perspectiva: la de la profusa documentación sobre todos los dirigentes se complementa con el contacto personal que mantuvo con ellos. Primero como académico de Harvard y luego como alto funcionario del gobierno de Estados Unidos, el autor trató a sus protagonistas cuando estaban en la cima de sus carreras. Pero el retrato que dibuja va mucho más allá: para explicar las acciones que va al principio, se detiene en la educación -como ya aconsejaba Plutarco a quienes querían profundizar en una personalidad extranjera-, encuentra puntos en común. Con Konrad Adenauer, por ejemplo, destaca que su papel como impulsor de la CDU tras la barbarie nazi sirvió para cumplir la misión que se había impuesto: la de crear una nueva identidad nacional alemana. Con humildad –“a consecuencia del colapso total, nos falta poder”, había recordado al todavía nacionalista Bundestag en 1949, y también fue el primero en prometer reparación al pueblo judío–, pero también con dignidad y con un importante poder estratégico. visión –por ejemplo en el compromiso con la convergencia europea– Adenauer recuperó el prestigio de la democracia en su país. Su política, sostiene Kissinger, sentó la primera piedra para la reunificación alemana en 1989.
De Gaulle, un astuto ilusionista
A veces, la voluntad de un gran líder puede compensar las carencias materiales y de otro tipo. Esto es lo que Kissinger piensa de Charles de Gaulle, quien se propuso –y logró–recuperar la 'grandeza' de Francia y su relevancia internacional tras el triste papel del país en la Segunda Guerra Mundial. Por este motivo, Kissinger destaca su "astucia" y lo califica de "ilusionista": su convicción, no respaldada por hechos, de que Francia seguía siendo indispensable en la posguerra acabó convenciendo a sus homólogos. A veces mediante la intransigencia negociadora: Roosevelt incluso propuso, medio en broma y medio en serio, "exiliarlo a Madagascar". La mejor definición de su visión del futuro proyectada desde la tradición seguramente la dio André Malraux: "es un hombre de anteayer y de pasado mañana".
NIxon, el tramposo inseguro
De todos los perfiles del libro, seguramente el más personal sea el de Richard Nixon. No es extraño: Kissinger fue asesor de Seguridad Nacional y secretario de Estado durante el mandato del único presidente de Estados Unidos obligado a dimitir, a causa del caso Watergate. El autor avanza de puntillas por el escándalo, que atribuido a la falta de conocimiento de "algún idiota" sobre el hábito de Nixon de ordenar cosas que en realidad no quería que se hicieran. Kissinger prefiere resaltar que, bajo su presidencia, se establecieron vínculos entre Estados Unidos y la URSS y también se inició la apertura norteamericana hacia China. Pero también admite que Nixon era un líder "inseguro" y que su preocupación por el qué dirán los demás le llevó a cometer errores importantes.
Anwar Sadat y la paz con Israel
El único líder africano que Kissinger reseña, el egipcio Anwar Sadat, tiene en común con los otros cinco que es hijo de la clase media y que tuvo que dar forma al nuevo orden internacional creado tras las guerras mundiales y la descolonización. También cree que su liderazgo es "el resultado del choque entre lo intangible y lo maleable", y que, por tanto, lo son entre el "estadista" y el "profeta". El mayor logro atribuido a Sadat es la búsqueda de la paz entre el mundo árabe e Israel, que acabó costándole la vida.: Fue asesinado en 1981 por un grupo de fundamentalistas. En su deseo de ofrecer un perfil psicológico de los líderes, el autor dice que el concepto de paz de Sadat constituyó "un impresionante signo de exclamación en la historia".
Lee, la reivindicación del capitalismo
El líder menos conocido de los seis es Lee Kuan Yew, fundador y artífice del meteórico desarrollo económico del pequeño Singapur. Es también el episodio en el que Kissinger frena más sus ataques al progreso: Por ejemplo, al explicar la visita de Lee a Harvard. Dice que todos los profesores hablaron en contra de la presencia estadounidense en Vietnam, y cuando le llegó el turno al presidente de Singapur su primera frase fue: "Me enferman". La entusiasta defensa del capitalismo por parte de Lee provoca una glosa no menos elogiosa por parte de Kissinger, que resalta la precisión de su análisis y su capacidad para hacer de su país el más rico de Asia en una generación.
Thatcher, la testaruda 'outsider'
"Pocos líderes definen la era en la que gobiernan", abre Kissinger su perfil sobre Margaret Thatcher. El autor, que admite que se equivocó en sus primeras reflexiones sobre la Dama de Hierro –"no durará mucho", dijo-, era un Amigo y admirador dedicado del ex Primer Ministro británico.. Como ocurre con el resto de dirigentes, Kissinger justifica su accionar en las polémicas más sonadas -la crisis con los mineros, por ejemplo- y su falta de compasión ante la necesidad de alcanzar un bien mayor. Destaca también su terquedad, su oposición a buscar el centro político como mandan los cánones electorales y el movimiento de junta que provocaron sus 11 años de gobierno; Como resultado, cuando Tony Blair llegó al poder, Kissinger le escribió a Thatcher: "Estás más a la derecha que el gobierno conservador que precedió al tuyo". Cuando Thatcher dimitió, Kissinger lo sintió: "Fue peor que la muerte de un miembro de la familia".