El papa Francisco, recientemente recuperado de una infección respiratoria, apareció este domingo en el balcón de la basílica de San Pedro para la bendición “Urbi et Orbi”. A pesar de su delicado estado de salud, el pontífice de 88 años hizo un firme llamamiento por la paz y la libertad religiosa ante miles de fieles congregados en la plaza.
En su mensaje pascual, leído por un colaborador mientras él permanecía en silla de ruedas, Francisco destacó que “no puede haber paz sin libertad de religión, de pensamiento y de expresión”. El papa, quien pasó 38 días hospitalizado por una neumonía bilateral, ha estado ausente en la mayoría de los ritos de la Semana Santa debido a su salud, pero decidió estar presente físicamente en esta importante celebración.
Durante su intervención, el pontífice pidió un alto al fuego en Gaza, la liberación de rehenes y asistencia humanitaria para los afectados por el conflicto. Además, expresó su preocupación por el aumento del antisemitismo y el sufrimiento de las comunidades cristianas en la región.
Francisco también condenó la escalada armamentística global, subrayando que “la paz no es posible sin un verdadero desarme”. Criticó los ataques a hospitales y trabajadores humanitarios, y recordó la importancia de priorizar la dignidad humana ante las crueldades de la guerra.
En un gesto significativo, el papa recibió brevemente al vicepresidente de Estados Unidos, JD Vance, en su residencia de Casa Santa Marta. El encuentro, descrito como un saludo por la Pascua, se produjo en medio de tensiones entre la Santa Sede y la administración Trump, especialmente en temas como la acogida a migrantes.
Con su mensaje, Francisco dejó claro que la construcción de la paz pasa por el respeto a las libertades, la solidaridad con los más vulnerables y el rechazo a la violencia. Su aparición pública, a pesar de su frágil salud, reforzó su compromiso con estos valores en un momento crítico para el mundo.
