Tres días después de un devastador terremoto de magnitud 7,7 en Birmania, la ayuda humanitaria avanza lentamente debido a los graves daños en infraestructuras y las dificultades logísticas. Rescatistas y equipos de emergencia luchan por llegar a las zonas más afectadas en el centro-norte del país, donde la situación sigue siendo crítica.
El terremoto, ocurrido el viernes, provocó el colapso de al menos tres puentes clave y dejó decenas de carreteras prácticamente intransitables. Esto ha cortado las principales vías de comunicación, retrasando la llegada de ayuda durante el fin de semana. Además, dos aeropuertos importantes, incluido el de la capital, Naipyidó, han cerrado sus operaciones comerciales. Solo se permiten vuelos autorizados por la junta militar, lo que complica aún más el acceso a las áreas afectadas.
A estos problemas se suman fallos eléctricos, conexiones a internet inestables y una grave escasez de combustible, que ya eran problemas crónicos en el país y que se han agravado en las últimas 72 horas. Estas dificultades están ralentizando los esfuerzos de rescate y la distribución de suministros esenciales.
Mientras tanto, las comunidades más afectadas siguen esperando ayuda, en medio de la incertidumbre y la desesperación. Las autoridades y organizaciones humanitarias trabajan contra reloj para superar los obstáculos y llegar a quienes más lo necesitan. La situación en Birmania sigue siendo crítica, y el tiempo es un factor clave para salvar vidas.
