El peso de la mano de obra en la economía: construcción y agricultura frente a la desigualdad salarial
En sectores clave como la construcción y la agricultura, la mano de obra representa un componente vital de los costos, pero su valor económico contrasta con los bajos ingresos percibidos por los trabajadores. A pesar de su papel esencial, muchos empleados, especialmente migrantes haitianos, enfrentan condiciones precarias y salarios que no reflejan su aporte. Esta brecha entre el costo laboral y la remuneración justa plantea desafíos tanto para la productividad como para la equidad social.
La construcción: un sector con altos costos laborales pero bajos salarios
En la industria de la construcción, la mano de obra puede representar entre el 25 % y el 40 % del costo directo total de un proyecto, según Eliseo Cristopher, presidente de la Confederación Dominicana de Micro, Pequeñas y Medianas Empresas de la Construcción (Copymecon). En proyectos residenciales y comerciales de tamaño medio, este porcentaje es significativo, y en etapas como los acabados, puede ser aún mayor.
Por ejemplo, en la construcción de una vivienda de bajo costo con un precio de venta de 5 millones de pesos, el costo directo de construcción ronda los 3 millones, de los cuales entre 753,800 y 1,206,000 pesos corresponden a la mano de obra. Sin embargo, los trabajadores no calificados ganan entre 800 y 1,200 pesos diarios, mientras que los calificados, como albañiles o plomeros, perciben entre 2,000 y 4,000 pesos al día. Técnicos y supervisores pueden alcanzar salarios mensuales de 25,000 a 60,000 pesos, pero la brecha entre el valor que su trabajo aporta y lo que reciben sigue siendo notable.
Agricultura: el caso del banano y la justicia social
En el sector agrícola, el cultivo de banano para exportación también refleja esta disparidad. Según Martín Peña, director ejecutivo de la Asociación Dominicana de Productores de Bananos (Adobanano), el salario diario de un trabajador de campo es de 714.56 pesos. En una caja de banano certificada, el costo de la mano de obra representa 4.17 pesos, que es más del 40 % del precio final de venta en el mercado internacional.
La certificación de Comercio Justo exige condiciones laborales adecuadas, pero los trabajadores enfrentan desafíos como barreras idiomáticas, alta rotación y baja capacitación, lo que limita su productividad. Para los productores, estas condiciones implican mayores inversiones en formación y supervisión, sin garantizar que los salarios reflejen plenamente el esfuerzo de los empleados.
Informalidad: un obstáculo para la productividad
La informalidad laboral es un problema recurrente en ambos sectores, especialmente entre trabajadores migrantes. Aunque reducir costos inmediatos es tentador para las empresas, esta práctica socava la productividad y la competitividad de las empresas formalizadas, además de perpetuar condiciones laborales precarias. Tanto Cristopher como Peña coinciden en la necesidad de programas de capacitación y certificación para mejorar el nivel técnico de la mano de obra y justificar salarios más competitivos.
Un equilibrio pendiente
La pregunta central sigue siendo cómo lograr que el valor económico de la mano de obra se traduzca en salarios más justos. La respuesta requiere un enfoque integral que combine políticas públicas, compromiso empresarial y una mirada social hacia los trabajadores que sostienen estas industrias. Mientras tanto, quienes construyen infraestructuras y cosechan frutas continúan siendo el eslabón más vulnerable de una cadena que depende en gran medida de su esfuerzo, pero no siempre lo reconoce como merece.
La economía de la construcción y la agricultura no puede avanzar sin abordar esta brecha. La justicia social y la competitividad económica deben ir de la mano para construir un futuro más equitativo.